8 de abril de 2010

La Perla del Caribe


Mis primos, mi hermano y yo (Gerson es el de la izq)


Desde que tengo uso de razón he pasado mis vacaciones en la Isla de Margarita. Como estudiaba en colegio americano, salíamos de vacaciones a finales de mayo. Por lo general nos íbamos a Gochilandia y a la Finca unas semanas y de ahí partíamos a la soledad de Margarita. En esa época no era tanta la gente que íba a la isla. Los colegios venezolanos salen de vacaciones en julio y nosotros llegábamos a la isla a principios de junio. Ahí pasábamos hasta mediados de agosto. Como se podrán imaginar, regresábamos a donde fuese que viviéramos pareciendo los hijos del heladero.

Margarita era un paraíso para las compras (hoy en día lo sigue siendo). Tenía la particularidad que era de los pocos lugares en Venezuela donde se conseguía cualquier cantidad de productos importados. Rattan era EL paraíso, pues uno conseguía las mil variedades de chocolates americanos. Mis papás nos llevaban a Rattan el día que iban a hacer compras y nos decían que llenáramos el carrito de supermercado chiquito de lo que quisiéramos que ellos nos lo regalarían. Eso era lo máximo. Mi hermano mis primitos y yo corríamos por los pasillos como si eso fuera Disneylandia. Echábamos caramelos, chocolates, colores, dulces, de todo. Mi primo Gerson siempre viajaba con nosotros para Margarita en las vacaciones. Como mis tíos no lo dejaban comer casi dulces porque era alérgico al Amarillo # 5 (colorante que se encuentra en los Cheese Tris, Pepitos etc. - es decir, ese pobre niño no tuvo infancia), él llenó su carrito de Rattan de leche, yogurt, cereal, y huevos la primera vez. Mis papás tuvieron que explicarle que la idea es que aprovechara y agarrara caramelos y chocolates. Está de más decir que Gerson se volvió loco agarrando todo lo que conseguía.


Con las compras de Rattan

En esa época no existía el Sambil, y el único Sigo era el inmenso que quedaba en el otro extremo de la isla al cual íbamos a comprar los cuadernos para el siguiente año escolar o algún electrodoméstico. El shopping en esos tiempos era mejor conocido como la Avenida 4 de Mayo (día de mi cumpleaños) y el Mall Los Conejeros. Ese desastre era lo que más caracterizaba a la Isla de Margarita. Callecitas de calor infernal pero con tiendas (o copias originales) como Tommy Hilfiger, Sebago o Levi’s. En Conejeros tenían toda la variedad de copias de perfumes. Nunca me explicaré como hacían para tener One de Calvin Klein y que oliera exactamente como el original. Ahí comprábamos las medias y los pañitos de cocina. Todos los años lo mismo. Debe ser que la muérgana de la secadora se hacía de las suyas y siempre se tragaba una media del par.

La playa a que más íbamos era a Guacuco. Siempre he pensado que es la mejor playa de Margarita. La mejor prueba es que los fines de semana está full de gente que vive en la isla. Ellos saben de sus playas, y por algo van es a esa. Nosotros nos quedábamos en Terrazas de Guacuco, que queda al cruzar la calle de la playa. Mis papás se paraban temprano y bajaban a la playa y mi hermano, mis primos y yo bajábamos después de despertarnos más o menos al mediodía. Nuestro desayuno eran las empanadas de la playa. En esa época uno hundía los pies en la arena y sacaba guacucos con facilidad. Seguramente nos veíamos graciosos bailando el twist con un pie tratando de sacar guacucos para hacer unos espaguettis en la noche. Por otro lado, mi abuela, la colombiana, se metía en el mar y se llenaba el traje de baño de algas porque son buenas para la piel mija. Era bastante gracioso verla caminar con algas guindándole del traje de baño. Así pasaban mis vacaciones. Si no estaba en el mar con mi tablita rosada Morey Boogey, estaba en la orilla gritando Heladerooo y comiéndome un Súper Tornado (Siempre Efe, por supuesto).

En las tardes subíamos a la piscina más rica de Margarita. Como le da el sol las 24 horas del día, tiene un calentador natural que la pone tibia durante todo el año. Por cierto, calor que causaba, año tras año, infecciones en mi oído. En mi adolescencia, disfrutaba mirando a los pavitos de Caracas. Todos surfistas por supuesto. Una vez cometí el grave error de bajar a la piscina una carta que le estaba escribiendo a una amiga (no se usaba el email aún). Cual fue mi desgracia al ver que los caraqueños (y en especial el que me gustaba) encontraron mi carta y la leyeron en voz alta. Fue especialmente atemorizante escucharlos leer la parte en cual decía que habían unos caraqueños que eran bellísimos en Terrazas. Mi verguenza no terminó ahí, ya que mi valiente primo Gerson decidió rescatar mi carta y llamarme a todo pulmón al otro extremo de la piscina, feliz porque la había conseguido Fabianita!! Aquí está su carta!!! Como dirían en la revista Tu!, solo quería que me tragara la tierra. Pasé el resto de las vacaciones obligando a los demás a llamarme por otro nombre para que no se dieran cuenta que había sido yo la autora de esa terrible carta.



Hoy en día Margarita es diferente. Ya la gente no va a la Avenida 4 de Mayo ni a Conejeros ya que está el Sambil y ahora La Vela. Ahora la gente va a playa Parguito porque es la playa más cool. Ya no existen ni Señor Frogs ni Sevillanas, y la rueda de Diverland da vueltas con varios carritos menos (lo que no inspira mucha confianza). Playa Guacuco no tiene guacucos, y a las tetas de Maria Guevara les vendría bien una cirugía para ponerle prótesis. Los heladeros te venden Efe, Tío Rico, o Bon Ice, lo que tengan en la cava (porque ya ni carrito tienen). Pero con todo y eso, qué sabrosa es esa isla. Ha crecido y tiene restaurantes y locales espectaculares. Pampatar se ha ido conviertiendo poco a poco en una zona gastronómica con locales cada uno más hermoso que el otro. La playa sigue siendo sabrosa, la gente sigue siendo amable. Ahora es en Sigo donde se consiguen los mejores productos importados.

Margarita es una huella en el corazón de los venezolanos. Es nuestra Ibiza, nuestro secreto mejor guardado. Para una gran parte de nosotros, Margarita es una puerta a nuestros mejores recuerdos y por lo tanto, siempre estará en nuestros corazones.


11 comentarios:

  1. Increible!!! demasiado bueno! LMAO

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  2. Buena recopilación (esa piscina en la que te bañabas en Guacuco tambien me bañaba yo!)

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  3. Demasiado buena la piscina verdad? jaja.. seguramente alguna vez nos habremos cruzado por ahí..

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  4. Con 14 años yendo todas las semana santa's, hasta que hubo el primer tiroteo en el yaque (año 2007) donde casi yo y mis amigos fuimos víctimas sin tener nada que ver debido a las balas locas y con eso digo que tienes razón, LA ISLA ya no es la misma, el ser humano a veces construye y con eso destruye muchas otras cosas bellas que no valora hasta que las pierde. He ido unas pocas veces desde entonces y no puedo evitar tener tan bonitos recuerdos de lo que era mi isla de vacaciones, aún la disfruto cuando voy, sobre todo el estadio de beisbol en diciembre jajaja, pero no dejo de decir frases como "esto ya no es lo mismo", "ya para acá no se puede venir", etc. La moda es una cosa seria y gracias a nuestra decadente economía, la isla se ha convertido en una casi única opción de salida en esas fechas de semana santa. Conclusión, como extraño a mi antigua isla, pero de nada vale arrepentirse más bien hay que aprender de los errores para valorar y cuidar lo que nos queda para en un futuro seguirlo disfrutando!

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  5. ke finoo fabi jejeje recorde exagerado mi infancia tambien:D!! y sobretodo cuando me salio el cangrejoo!! JAJAJAJAJAJA...siemrpe desayunabamos tmbn las pankekass:P con el sirope de la tipita negrita

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  6. Es Así...tenemos que cuidar lo que tenemos. La Isla ha cambiado muchísimo, algunas cosas para bien, otras para mal..pero es todo parte de la evoluci´øn de un lugar. Definitivamente estoy de acuerdo que tenemos que apreciar lo que tenemos...mismo en caracas. El más claro ejemplo fue con el avila. A veces se nos olvida apreciarlo, y toma un incendio para que nos duela en el alma.
    un abrazote y gracias por tus comentarios!

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  7. fabi felicitaciones todo muy hermoso que infancia tan linda cuando leo siento que estoy en tu infancia me meto mucho en la historia

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  8. Fabi... me hiciste recordar la Margarita de mis tiempos... por muchos años pasamos las navidades en el Bella Vista, no había Sambil y Ratan era una tiendita... aunque eso fue después porque al principio lo que había era las casas de las contrabandistas, donde comprábamos ropa de Levis, Lee y otras que no me acuerdo... después fue que vino el puerto libre... leyéndote me haces recordar momentos muy felices y nos inyectas ánimo en este día día tan convulsionado... gracias por eso... DTB

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  9. Acabo de sufrir una regresión!!!! jajajajajaja me sentí demasiado identificada.. yo iba todas las vacaciones que teníamos, las mejores eran las escolares porque pasaba como dos meses allá.
    Después de romper mi rutina y pasar las primeras vacaciones aquí, me di cuenta de la falta que me hacía la isla!!

    Jess

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  10. excelente el post me hiciste recordar mis primeros viajes a la isla.
    besos

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  11. Que buen artículo gracias por querer tanto esta isla!

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