19 de marzo de 2010

Sobre los amigos



Cuando uno se muda tanto, no es fácil matener las amistades que uno va haciendo en cada lugar que uno va. Hasta hace muy poco tiempo es que existen los Blackberrys y el Facebook, por lo tanto en nuestra época de mudanza era aún más difícil estar al tanto de la vida de los demás. Sin embargo, puedo decir que la verdad es que hay amistades que forman lazos fuertes dentro de nuestros corazones, y no hay distancia ni tiempo que las pueda separar.

Cuando nos mudamos a Madrid yo solo tenía 5 años; era todavía una bebé. Ahí hice una gran amiga llamada Alberta. En esa edad nuestra amistad no iba más alla de jugar Barbies y tener peleas de niñas por cosas absurdas. Sin embargo, cuando nos mudaron a Hobbs, fue muy difícil para mi separarme de ella. Una vez mudada, hice buenas amigas, pero ninguna podía reemplazar a mi queridísima Alberta. En una ocasión, mi hermano y yo nos encontrábamos solos en la casa cuando salió la noticia de que un tornado se acercaba a donde vivíamos. En el colegio nos habían enseñado que si esto llegase a suceder, debíamos meternos en lugares encerrados que no tuviesen ventanas. Mi mamá estaba de viaje por lo cual mi papá tuvo salir de la oficina hacia la casa lo más rápido posible. Al llegar, nos consiguió a mi hermanos y a mi en un clóset encerrados. Yo estaba abrazando fuertemente a mi Nenuco (mi querida e inseparable muñeca la cual fue mi confidente por muchos años) y a una carta que me había enviado Alberta desde España. Pasó el tiempo y al mudarnos a Caracas, mi hermano y yo llamábamos a escondidas a España desde una casa que estaba a la venta en la urbanización donde vivíamos. El único objeto que tenía la propiedad era un teléfono el cual usábamos por horas para llamar a saludar a nuestros amigos españoles. No quiero imaginar lo que los dueños de la casa tuvieron que pagar por esas llamadas telefónicas, solo me alegro que nunca descubrieron que fuimos nosotros. Aunque era una niña, me costó mucho superar que probablemente no volvería a ver a Alberta otra vez.

Nos mudamos a Delhi (Nueva Delhi) cuando yo estaba apenas entrando en la adolescencia. La temible adolescencia. Estudiaba en un colegio americano donde asistía gente de todo el mundo. Mi mejor amiga era de Sri Lanka y se llamaba Rejanne. Eramos amiguísimas! Hablábamos por horas, jugábamos, y nos reíamos muchísimo. Recuerdo que le enseñé la canción “Se Fue” de Laura Pausini, la cual íbamos a ‘cantar’ en el Talent Show. Después de incontables veces practicando la canción y coreografía, no tuvimos el valor ni siquiera para hacer la audición. Lamentándolo mucho la adolescencia hace efectos que no son los mejores. Era la época en que estaba de moda la película Clueless, y las niñas del colegio comenzamos a actuar como las propias ridículas de esa película. Mi amistad con Rejanne duró hasta el día en que hice un sleepover en mi casa y mi mamá me dejó invitar 'solamente' a 6 amigas. Como Rejanne no era de las chicas ‘populares’ a las cuales yo quería pertenecer, la des-invité. Sí, yo sé, fue terrible, pero culpo a las hormonas y a Alicia Silverstone por lo que sucedió.

Definitivamente el karma existe, porque de ahí pasé a ser la propia galla con la cual se metían y se burlaban en el Campo Alegre en Caracas. Pero ahí hice grandes amigas y fue una época sabrosa en mi vida ya que afortunadamente, no me importaba que se burlaran de mi. De ahí me cambié al colegio el Peñón (porque en teoría iba a estudiar la universidad en Caracas) y ahí, y en la Universidad de Miami (Chávez cambió mis planes), hice amigos y amigas que definieron quien soy hoy en día (y te conocí a Tí). Ya a esa edad pienso que los amigos que uno hace son el tipo de gente con la que uno quiere rodearse por toda su vida. Son personas que te nutren y que te ayudan a crecer y con las que compartes experiencias y vivencias que te terminan de formar como persona. Ya estos amigos pasan a ser la familia que uno escoge, ya que están a nuestro lado en momentos que definen nuestra vida.

Definitivamente la vida siempre consigue la manera de sorprenderte. 17 años después de haberme ido de España y de haber pasado años sin saber de ella, ví a Alberta por primera vez. A pesar de que no sabía ni que hacía ni quien era (porque en 17 años pasan demasiadas cosas), fue como si no nos hubiésemos dejado de ver por un día. Hablamos por horas y la amistad seguía ahí, intacta. Eso es algo que he aprendido de la amistad, que siempre va a haber algo que se atraviese en el camino: la distancia, la universidad, los novios, el esposo, el trabajo, o los hijos. Sin embargo, quienes son tus verdaderos amigos, siempre estarán ahí. Mis papás son el fiel ejemplo de esto. A pesar de haberse ido de Gochilandia desde muy jóvenes (ojo - todavía siguen siendo jóvenes), los amigos que hicieron cuando estaban en el colegio y la universidad los han mantenido hasta hoy en día. Puedo decir que los amigos de mis papás son y siempre serán una extensión de mi familia. Mis papás los quieren como hermanos y los incluyen en cada parte de sus vidas. En los momentos buenos y los malos siempre han estado ahí. Los hijos de esos amigos se han convertido para mi hermano y para mí en unos hermanos más, ya que han sido una constante en nuestras vidas. Siempre han estado ahí.

He tenido la suerte de rodearme de gente increíble proveniente de todo tipo de lugares y con las más variopintas historias. Me han enseñado y me han hecho saber que realmente puede existir una segunda familia que, sin importar donde esté (ni que tan a menudo hables con ellos), siempre estará en mi corazón.



*Iba a subir fotos de todos, pero no conseguí casi en este compu, así que...uds. saben quienes son. A los de la foto..lo siento, sé que salimos horribles todos...no quiero quejas, es solo una foto y no hay nombres.

Los quiero mucho a todos y siempre estoy aquí.

16 de marzo de 2010

Prismacolor




Una caja pequeña de Prismacolor era todo lo que yo necesitaba cuando era niña para ser feliz. Sin importar en qué rincón del planeta o en cuál esquina de la hoja de papel me encontraba, no había nada mejor para mi que una cajita de colores. Con colores podía crear mil universos, dibujar doscientas aventuras y crear el personaje que quisiera. Si no había papel, no importaba. Con jugar con los colores era suficiente. Esos palitos de color se convertían en personas con piernas, brazos y cabeza, y si les sacaba mucha punta se convertían en niños. Cuando uno es pequeño, no es mucho lo que necesita para estar entretenido. Claro, si me compraban una Badbie (así mismo, porque yo no pronunciaba la r cuando chiquita), me emocionaba mucho y jugaba con ella hasta el cansancio. Pero para mi no había nada como el olor de unos Prismacolor recién sacados de la cajita. Para cada niño es algo diferente, por ejemplo, para mi hermano era el deporte. Un balón o unos carritos y listo, el niño ni se sentía. Recuerdo que cuando lo castigaban y lo mandaban a sentarse a hacer la tarea, mis papás tenían que estar pendientes de él. Bastaba con que se distrajeran unos segundos para que los lápices se convirtieran en Pelé y Maradona, y la borra, la esférica de la final más emocionante en la historia de un Mundial de Fútbol.




Hay verdades que son innegables para todos los niños del mundo, sin importar de dónde vengan, qué idioma hablen y bajo cual condición sean criados. Por ejemplo, niño que llore mucho es porque tiene sueño. Punto. Eso es algo que pareciera venir programado en cada niño al nacer, al igual que el poder de la manipulación. Es como si nacieran con todas las instrucciones de cómo manipular a sus padres, tíos y abuelitos. Años después, en muchos casos, el sistema se formatea y perdemos esa capacidad (aunque en el fondo todos lo seguimos aplicando). Sin embargo, pienso que lo que tienen los niños que siempre será muy especial es su forma de ver una aventura en todo. Bueno o malo, las cosas se convierten en divertidas oportunidades.

Hay veces que esas ganas nos llevan a hacer tremenduras reales y peligrosas. Recuerdo que cuando vivíamos en Casa Loma (la casa de Chuao en Caracas) mi hermano y yo solíamos escalar el techo de la casa hasta lo más alto y sentarnos al lado de las antenas para así observar el Avila y la vista de Caracas a lo lejos. Un pequeño resbalón era suficiente como para terminar con cualquier aventura. Pero cuando uno es niño no tiene conciencia de que existe el peligro, solo existe la sed de ver y aprender. Por supuesto mis papás se enteraron de esto muchos años después y aún así se molestaron con nosotros.

Solíamos pasar nuestras vacaciones en el llano venezolano. Mi hermano y yo jugábamos con los hijos del Negro, el encargado de la finca. Nos bañábamos en el río, corríamos en el pasto y trotábamos a caballo. Nos encantaba jugar y disfrutar de las vacaciones ahí, ya que era el lugar perfecto para hacer real miles de aventuras. Nos perdimos un par de veces causándoles a mis papás varios sustos graves. Pero éramos felices jugando y siendo niños.



Hoy en día, pensando sobre los hijos del Negro creo que ellos eran realmente muy felices. Los niños del llano son personitas que llevan una vida que no es nada fácil. Les toca despertarse en la madrugada para ayudar con el ordeño, van a la escuela en la mañana y en la tarde están de nuevo en la finca, trabajando y haciendo lo necesario para mantener todo en órden. Trabajan casi todo el día, todo el tiempo descalzos. Pero cómo disfrutan de las cosas. Se conocen el terreno donde viven como la palma de sus manos. Se lanzan al río vestidos o como estén. Montan caballo con silla o sin silla. Es verdaderamente impresionante ver como cada quien se adapta a su medio. Ellos buscan sus aventuras propias todos los días y disfrutan la vida cómo venga. Teniendo mucho o teniendo poco, son inmensamente felices. Me impresionó que el año pasado cuando fui a la Gran Sabana por primera vez, encontré que los niños Pemones son exactamente iguales. Están en otro ambiente, hablan Taurepán, pero en el fondo, están diciendo exactamente lo mismo. Eso es porque los niños son niños. Solo quieren ser felices y disfrutar. Lo viví en su momento en la India donde existe tanta pobreza. Los niños allá no tienen literalmente nada. Sin embargo, siempre sonríen, siempre son alegres y aprecian hasta el más mínimo detalle. Esa inocencia y esas ganas de vivir la tienen todos sin importar donde estén.

Si hay algo que no deberíamos perder desde niños es precisamente eso. Las ganas de vivir y de buscar aventuras en absolutamente cada momento. Convertir cada una de las situaciones de nuestras vidas en un Prismacolor, y con ellas, crear aventuras. Ver color en los momentos más grises y tomar las cosas como vengan. Si hay algo por lo que creo que estamos aquí es para vivir lo bueno y aprender de lo malo. Pero sobretodo, es ver la aventura que existe en cada cosa que se nos presenta. Darnos cuenta que en el fondo todos somos niños, y al final, lo único que realmente necesitamos es un Prismacolor con el cual crear nuestra propia felicidad.

*Nota

Una nota para quienes me conocen. Yo sé, tengo un problema de memoria. Mezclo historias constantemente. Es probable que por culpa de tanto lugares y aventuras. Es probable que muchas cosas no hayan ocurrido exactamente como lo escribo. No importa. Es como yo recuerdo las cosas así que no me regañen si ven algo que no es tal cual como fue. A menos que sea un error descomunal. Los quiero.
Fabi.

10 de marzo de 2010

Yo No Soy César Millán



Hace casi 3 años me compré una Beagle a la cual le puse Nucita. Prácticamente es la primera vez que tengo un perro en mi vida. Por eso de los viajes y las constantes mudanzas se complicaba demasiado estar cargango con un perro de país a país. Cuando era chiquita mis papás compraron un perro salchicha al cual yo le tenía pánico. Mi hermano decidió que él se haría pasar por Dr. Doolittle y comenzó a 'hablar' con el perro. Yo, como buena hermana menor, me creí el cuento completico. Según mi hermano, el perro estaba molesto conmigo porque yo no salía a jugar con él, y era esa la razón de sus fuertes ladridos hacia mi. No me importaba qué decía el perro, me negaba a salir a jugar con un perro que me pelaba los dientes cada vez que yo salía al jardín. La única otra experiencia que tuve con perros es una por la cual me fastidian todavía hoy en día. Mi abuela colombiana que vive en Gochilandia tenía un inmenso pastor alemán llamado Capitán. Era el perro más fastidioso que podría existir. Como era un perro guardián lo único que hacía era ladrar. Solo habían 2 o 3 personas que podían salir al jardín donde él estaba sin que los devoraran. En 2 distintas ocasiones el perro entró a la casa y mordió ferozmente a 2 de mis tías y si no fuese por una de ellas, Capitán se hubiese devorado a mi hermano. Todos los odiábamos. Sin embargo, como a los 5 años de estar en la familia, a Capitán le dió un infarto y se murió. Yo casualmente estaba en Gochilandia por esos días de vacaciones y presencié el trágico momento, por lo cual fue inevitable ponerme a llorar. Me daba lástima que el perro hubiese muerto. Sin embargo, 1 o 2 años antes, mi abuelo se había muerto y yo no había llorado. Era una niña, no entendía qué era la muerte. Hoy en día, cada vez que sale un perro en una película, mis papás empiezan a decir, “Ojalá no se muera, no se vaya a poner a llorar Fabiana.” Not so funny to me.





La verdadera razón por la cual nunca tuvimos perros fue que mi mamá siempre los odió. Eso comenzó a cambiar hace como 4 años cuando mi hermano decidió comprarse un Schnauzer al cual nombró Samba (por la música, no por el chocolate). Por eso hace 3 años cuando me regresé a Venezuela de Miami sola, decidí que era el momento de seguir los pasos de mi hermano. Me metí en Internet y averigué todo lo que hay que averiguar sobre distintas razas y tamaños. Con eso llegué a los Beagles. Me pareció qué podría ser una raza divertida y adecuada para un apartamento. No sabía en qué lío me estaba metiendo. Nucita (por el chocolate, no por la música) llegó a mi casa con tan solo mes y medio de nacida. No habían pasado 3 días, y ya la quería regresar. Era la perrita más cuchi que te puedas imaginar, parecía un peluche. Sin embargo, era la perra más agresiva y brava posible. No podías ni tocarla sin que te mordiera o tratara de matar. El veterinario llegó a decirme que nunca había visto un cachorro tan bravo en su vida. Con el tiempo fue mejorando. Contraté a un entrenador que le enseñó a sentarse, dar la vuelta, pedir la bendición y todas las cosas necesarias para convertirse en una dama de la sociedad. Todas funcionan hasta el sol de hoy, excepto llamarla y que venga a tí. Eso lo hace solo cuando a ELLA le da la gana. Me he leído todos los libros de César Millán y me veo el Entrenador de Perros y trato de aplicar las cosas con Nucita. Digamos que no soy César Millán. Ya no es agresiva, pero todavía tiene sus momentos por lo cual hemos tenido fuertes discusiones al respecto. Ella siempre me promete que va a portarse mejor y que dejara de comerse mis zarcillos y mis cosas. Nunca cumple sus promesas. Ayer leí que el perrito de Kate Middleton, la novia del Principe William ( o Guillermo para los que leen la revista Hola!), se comió sus carísimos zarcillos de perlas que le regaló el Príncipe. Su perrita debe ser prima de Nucita.




Lo que sí puedo decir con seguridad es que Nucita, a pesar de los dolores de cabeza y las altas cuentas en el veterinario, siempre me da amor como no se imaginan. Qué rico es llegar a la casa y tener a alguien que te brinque encima de la emoción (aunque hayan peleado antes de salir). Es sabroso tener una compañía que si no está lo más cerca de ti posible, no puede dormir bien (a pesar de que eso signifique arrimarte hasta la esquina de la cama). Si estás triste, ella lo siente, te abraza y te dice que todo estará bien. Si estás alegre, está contenta brincando como una loquita. Un perro puede causar mucha ternura y es capaz de dar muchísimo cariño y por eso, aunque hay días que me provoque matarla, no la cambio por nada.

4 de marzo de 2010

Algo Pasajero



Soy Fabiana. He tenido una vida poco convencional. Mi mamá, antes de casarse con mi papá fue una día a un psíquico que le dijo que su romance con mi papá no sería más que un amor pasajero. Ese psíquico no sabía cuánta razón tenía al decir esto. Llevan 30 años de casados, pasajeros por el mundo viajando de un lado a otro. Y junto a ellos, mi hermano y yo.

Nací en una pequeña ciudad de Brasil llamada Natal. A los 3 años nos vinimos a vivir a Caracas. Vivíamos en una casa en Chuao que estaba en una colina, prácticamente en frente de la Carlota. Atrás se veía el Avila hermoso, verde e inmenso. Quizás ahí fue que comenzó mi amor por esta ciudad y este país. Casi 3 años después nos iríamos a España. Hay una cosa que debo explicar. Mis papás son de “Gochilandia” y por más años que lleven fuera de su lugar de origen, el acento se ha mantenido. Por lo tanto, mi hermano y yo siempre hemos hablado como un par de gochitos. Cosa que es muy graciosa ya que el acento españoleto mezclado con el gocho es algo incomprensible, pero, aunque no lo crean, se puede lograr. Mientras a la mayoría de los niños los llevan a pasar vaciones con Mickey, a mi hermano y a mi nos montaban en un carro a pasear por Europa (sí, también nos llevaron a ver a Mickey). Uno de los recuerdos más divertidos de ésa época fue el 31 de diciembre de 1989. Llegamos a un hotel en Alemania y éramos probablemente los únicos huéspedes ahí. La razón? Un poco más de un mes antes había sido la importantísima caída del Muro. Mientras mi papá y mi hermano (quien entendía un poco más qué era lo que estaba pasando) veían la televisión para ver la celebración de la llegada de un año nuevo, y con él, un nuevo amanecer para ése país. Mi mamá y yo bailábamos. Bailábamos por los pasillos del hotel en pijamas. Brincando, riéndonos, disfrutando.



Un par de años después, estaríamos mudándonos de nuevo, esta vez a Estados Unidos. Este pueblito era absolutamente incoherente y desconodio: Hobbs, New Mexico. Los reto, búsquenlo en un mapa (no se vale Google Maps). Lo más divertido que había para hacer en Hobbs era ir los sábados a Jewel Osco (una tienda de departamente). Ahí aprendí inglés a la perfección en 2 meses. Pero mi mamá nunca nos dejaba hablarlo en la casa para no perder el español. los “papi, como es que se dice whatever en español?” se volvieron muy comúnes.

Un año más tarde estaríamos de vuelta a Caracas, a la misma casa de Chuao. Pero esta vez estudiando en el Campo Alegre donde hice muchos amigos y me dió clases una profesora que todavía adoro. Cual Sarah Crewe en el libro de A Little Princess, nos fuimos a vivir a New Delhi, India. Probablemente la mejor de todas las experiencias de mi vida. Viajando por Asia justo entrando en la adolescencia. Una experiencia inolvidable llena de anécdotas y detalles, la mayoría captados por mi mamá en una cámara o filmadora. El American Embassy School fue el mejor colegio al que asistí en toda mi vida. Participé en cuanta actividad había. ‘Actué’ en obras de teatro, aprendí a tocar saxofón, estuve en fútbol, básket, programas de ayuda social a la comunidad entre muchísimas cosas más. Ahí vivimos por casi 3 años más.

Siempre decía que el sueño de muchas personas es viajar por el mundo, y yo, a los 12 años ya lo había cumplido. Conociendo culturas y lugares realmente mágicos e interesantes. Por último regresamos a Caracas donde empecé estudiando en el Campo Alegre, y terminé bachillerato en el colegio El Peñón. Esto hizo que mi amor por mi queridísima Venezuela solo creciera mucho más.



Al terminar el colegio me fui a vivir a Miami donde estudié en la University of Miami doble major en Diseño Gráfico y Publicidad y doble minor en Mercadeo y Portugués (eu falo portugués cara). Al graduarme trabajé un par de años en Leo Burnett como Directora de Arte. En el 2007 me regresé a Venezuela y en el 2008 renuncié y monté mi propia compañía de diseño en la que me dedico a hacerle mercadeo y publicidad a todo tipo de empresas y personas, pero sobre todo a la industria musical. (Como por ejemplo al artista venezolano Benavides).

Esa es mi vida en resumida hasta el día de hoy.
La gente que dice “ay, que ridículas las personas esas que dicen ‘yo soy ciudadano del mundo’” definitivamente no ha escuchado mi historia. Sin embargo, por más vueltas que he dado, soy más venezolana que una reina pepiada. Este país me hala, y me atrae como un imán. Por más que me vaya, siempre termino acá. Este país me duele, y forma parte de mí. A Venezuela la quiero y quisiera hacer mi vida entera acá.

Mi infancia revuelta y loca me formó como persona. No sé qué hubiese sido de mí si mis papás no hubiesen dejado Gochilandia. Sería probablemente completamente diferente a lo que soy hoy en día. Mi infancia loca me educó más que cualquier curso, lecture, o MBA. Me enseñó mil cosas y me llevó adonde estoy hoy en día: Venezuela.

Esta es la historia de mi vida, el bosque en el cual todavía sigo caminando y del cual sigo aprendiendo. Espero que ustedes aprendan, conozcan y sean testigos de él conmigo.

P.D. Si quieren entender el nombre del blog, entren aquí: Cual Bosque?




Por cierto, si me quieren contratar como diseñadora/mercadeo, déjenme un mensaje por aquí con su email y yo con gusto les responderé jaja.

Cual bosque???


Bienvenidos a mi blog. Siempre me ha gustado escribir, pero nunca me había animado a realmente hacerlo. Luego de pasar interminables horas leyendo el blog de Toto: "Conversations Overheard at a MadHatter's Tea Party" decidí que, por qué no empezar?

Nunca he vivido en un bosque. El por qué del título de este blog viene de una parte de un libro escrito por Henry David Thoreau:


"I went to the woods because I wished to live deliberately, to front only the essential facts of life, and see if I could not learn what it had to teach, and not, when I came to die, discover that I had not lived. I did not wish to live what was not life, living is so dear; nor did I wish to practice resignation, unless it was quite necessary. I wanted to live deep and suck out all the marrow of life, to live so sturdily and Spartanlike as to put to rout all that was not life, to cut a broad swath and shave close, to drive life into a corner, and reduce it to its lowest terms, and, if it proved to me mean, why then to get the whole and genuine meanness of it, and publish its meanness to the world; or if it were sublime, to know it by experience, and to give a true account of it in my next excursion."


"Fui al bosque porque quería vivir deliberadamente, para enfrentar lo más esencial de la vida, y ver si no podía entender lo que tenía que enseñar, y no, al morir, descubrir que no había vivido.
No deseaba vivir lo que no era vida, vivir es tan maravilloso; tampoco quería resignarme, a menos que fuese realmente necesario. Quería vivir profundamente y extraerle la médula a la vida, vivir con determinación y fuerza, derrotando todo lo que no era vida, empujar la vida al extremo y reducirla a lo más básico...y, si demostraba ser poco generosa, entender genuinamente su falta de generosidad y publicársela al mundo; o, si fuese sublime, conocerla por experiencia, y poder reconocerla en mi próxima excursión."