29 de marzo de 2011

Link Tuesday

Aquí les paso varios enlaces de cosas que me han llamado la atención en la última semana!

Cómo aplicar Maquillaje Básico para el día - Una Mujer Como Tú

Excelente blog con lo más nuevo del cine mundial y una que otra cosa del cine venezolano

10 episodios de Seinfeld que no hubiesen pasado con la tecnología de hoy

Slideshow de fotos de la hermosísima Elizabeth Taylor

Gente recrea fotos viejas

Un beagle muy hermoso

Increíble historia de heroismo japonés

Nueva página de Fashion de Tyra Banks. Tremendos consejos!

24 de marzo de 2011

Mis 15 Minutos


En Oliver Twist (segunda de der a izq)

Hay veces que toca aceptar que hay cosas para las que no servimos. En mi caso particular, me tocó aprenderlo por la manera más larga y complicada. Por alguna extraña razón, de pequeña quería estar en el showbusiness. Creo que probablemente en el fondo lo que quería era satisfacer aquella necesidad infantil de ser el centro de atención. Al final, no me importaba cual era el camino artístico que me llevaría a la fama.

Luego de que se me pasara la fiebre de querer ser Miss Venezuela como a los 7 años, decidí unirme a cual obra de teatro o show colegial que podría existir. Todo comenzó en contra de mi voluntad; pues en los colegios que estudiaba nos ponían a hacer shows y cantar canciones a cada rato para los papás. No sé por qué en los colegios americanos insisten tanto en convertirlo a uno en un artista. Pero así era, de show escolar en show escolar, jurando además que me la estaba comiendo.

La cosa se intensificó cuando nos mudamos a la India. El AES (American Embassy School) no era un colegio común y corriente, sino parecía más como una universidad en Estados Unidos; con un teatro en el cual cabían unas 2000 personas. Todos los años montaban una obra de teatro en la cual participaban estudiantes de Middle y High School. Esto era una actividad extracurricular a la cual uno se anotaba voluntariamente. Sin embargo, éstas obras no eran un juego, pues no tenían nada que envidiarle a cualquier obra de Broadway. Tenían un escenario envidiable y una orquesta tocando las canciones en vivo. Varios de los actores principales (que eran tan solo alumnos del colegio) terminaron haciendo una carrera actuando en Bollywood o en teatro en los Estados Unidos. Las obras eran todo un acontecimiento.

No recuerdo la circunstancia que me llevó a meterme a actuar la primera vez, pero sí tengo un vago recuerdo de audicionar para un papel en la obra de teatro Oliver Twist. Cuando quedé seleccionada no podía de la emoción. Hoy en día, pensando todo fríamente, creo que probablemente le tenían que decir que sí a todos los alumnos que audicionaban, ya que las obras requerían de un gran elenco y no era tantos los muchachos que se anotaban a actuar. Yo, como varios otros compañeros, tenía un papel doble: sería de huérfano y ladrón. Varias tardes de la semana eran dedicadas a los ensayos de canciones y coreografías que eran parte de la famosa obra de Charles Dickens. Cuando llegó el día del estreno de la obra, estaba bastante nerviosa, pero sabía que todo saldría bien, pues llevábamos meses ensayando. Yo juraba que estaba haciendo mi carrera directo hacia los Oscar’s cuando, en el medio del show, vi la lucecita roja de la filmadora de mi mamá (por alguna extraña razón, la única lucecita roja en el teatro completo) a la cual procedí a saludar disimuladísimamente con una sonrisota. Súper metida en el papel, ¿no?

A pesar de las burlas de toda mi familia al ver el video en repetidas ocasiones, poniendo pausa-rewind-play no-sé-cuantas-veces solo para reírse de mí, el año siguiente decidí volver al teatro. Esta vez fui un pirata en la obra Pirates of Penzance en la cual fui mucho mejor, ya que por lo menos no hubo saluditos al público en el medio del show. Sin embargo, al terminar esta nueva experiencia teatral, me dí cuenta de que no servía mucho para la actuación, por lo cual decidí que lo que me llevaría a la fama sería la música.


Mi look para la audición - muy Clueless

Antes de continuar, debo decir que la siguiente historia es bastante vergonzosa, pero estoy dispuesta a compartirla solo por hacer mi punto aún más válido y que entiendan que hay veces que hace falta decirnos a nosotros mismos mamita, no vas pal' baile. Empecé a obsesionarme con Laura Pausini que estaba pegadísima en esa época, y creí que quizás mi camino a la fama sería por los Grammy's. En el caso de la actuación por lo menos podía meter el paro, pero con la música sí puedo decir que no sé cantar. Nada. El problema era que la Fabiana de 12 años pensaba que cantaba hermosamente. La historia es que anunciaron que habría un Talent Show en AES y decidí que, ¿por qué no? haría la audición para ver si quedaba. Un Talent Show es básicamente como America’s Got Talent versión colegio. Vas a audicionar para cualquier cosa que muestre tu talento artístico y, si quedas, hay un show en donde todos hacen su performance. Decidí que me metería en el show con mi mejor amiga Rejanne, una muchacha de Sri Lanka, y que cantaríamos la canción Se Fue de la Pausini. Por si no sabían, en Sri Lanka se habla singalés, es decir, ni papa de español. Ensayábamos en las tardes sin parar y teníamos una coreografía y hasta ropa escogida para el día de la audición. Cualquier persona que escuchara a mi querida amiga Srilanqueña (ni idea como se dice) cantar juraría que sabía hablar español perfecto. Admito que fui buena profesora. Pero al final, cuando llegó la hora de la verdad, rajamos. No nos atrevimos ni siquiera a acercarnos al teatro para hacer la audición. En el fondo creo que fue una señal angelical que me detuvo de hacer el ridículo. Menos mal no fuí, estoy consciente de que hubiésemos quedado como aquellos participantes de American Idol de los cuales se burlan constantemente.


Tocando saxo

Si creen que mi intento de llegar a la fama termina aquí, están equivocados. Ahí comenzó mi historia con el saxofón. Ya para ese momento tenía 2 años tocando saxo alto en la banda del colegio. No hubo mucha mística para el momento de decidir cual instrumento aprendería a tocar, ya que Justin, el niñito que me gustaba, tocaba saxofón; creí que tocando el mismo instrumento lograría sorprenderlo. Never happened. Nos mudamos a Caracas y en el Campo Alegre me invitaron a participar en una banda de Jazz. En algún momento pensé que el saxo podría ser algo divertido para hacer como una carrera secundaria, aunque eso significara escuchar el chistecito eterno de tú tocas sexo, digo saxo todo el tiempo. Tomé clases con un gran maestro venezolano llamado Carreño que daba clases a la Sinfónica Juvenil, pero la verdad es que nunca fui tan disciplinada; era buena, pero tampoco era tan buena. Con el tiempo se me fue pasando la fiebre a pesar de que confieso que fue divertido tocar saxo en la gaitas del Peñón. Sí. Saxo en gaitas. Raro, lo sé.


Graduación del Peñón

Eventualmente me dí cuenta de que todo el tiempo había estado equivocada y que la verdad: no quería ser el centro de atención. Se me quito la idea loca de seguir un camino hacia la fama y seguí una vida anónima. Eso sí, decidí cerrar con broche de oro mi etapa musical tocando I Don’t Wanna Miss A Thing en la graduación del colegio. A pesar de mi perseverancia, aprendí que hay cosas en las que definitivamente aplica eso de lo que es del cura, va para la iglesia. En mi caso, esa vida de fama artística, actoral, y musical, no va para ningún lado.

Porque no podía dejarlo todo así, les pongo 2 clips de mi "camino a la fama" que nunca fue.




Parte de Oliver Twist, haciendo mi actuación magistral. Por favor miren al final como casi me caigo




Como no puedo quedar tan mal, les dejo otro de cuando tocaba en la banda en AES,
les debo los videos de mi época de Jazz que fue como 4 años más tarde

18 de marzo de 2011

Comuniquémonos


En el teléfono

La tecnología y la manera de comunicarnos ha cambiado completamente nuestras vidas. Aquellos días de las cartas escritas a mano, los teléfonos pegados a la pared y los tele-mensajes se acabaron. Hoy en día es fácil y rápido conectarnos, tenemos miles de maneras de expresarnos, escuchar, y ser escuchados. Entre twitter, facebook, blackberry, iphone, y skype (entre tanto más) tenemos el mundo, literalmente, en nuestras manos.

Mi primer recuerdo de tratar de comunicarme a lo lejos con algún ser querido fue con mi amiga Alberta en España desde Estados Unidos. No me quedaba otra opción que enviar cartas. Si hoy en día enviar cartas por el correo regular tarda, imagínense en el principio de los ’90. Pasaban meses cuando recibía una respuesta de Alberta, y lo más probable es que todo lo que estaba en la carta ya era completamente irrelevante. Pero qué emoción me daba recibir cartas de mi querida amiga española.



Carta a Alberta - 7 añitos

La gran solución a nuestro problema comunicacional llegó 1 o 2 años después cuando ya estabámos mudados a Caracas de nuevo. Vivíamos en una pequeña urbanización en Chuao en la esquina de cual había una gran casa vacía que estaba a la venta. Varios de los niños que vivíamos en la urbanización pasábamos las tardes metidos en esa casa jugando y divirtiéndonos. El proceso para entrar en la casa era bastante complicado: nos metíamos por el jardín, subíamos unas escaleras que daban a una ventana mal cerrada y por ahí entrábamos al paraíso de cualquier niño. Fue en una de esas oportunidades en la cual descubrimos en el vacío de la casa un teléfono en el piso de la sala. Esa fue nuestra salvación. Pasábamos horas en el teléfono llamando a España y a Estados Unidos a nuestros amigos. Llamábamos a números al azar y les decíamos que se habían ganado la lotería ( jurábamos que nos la estábamos comiendo), y hacíamos cualquier cantidad de bromas telefónicas. Nunca nos descubrieron. En algún momento los dueños de la casa quitaron el teléfono, pero tontísimamente, no cortaron la línea telefónica. Definitivamente no contaban con nuestra astucia. Era tan simple como llevarse un teléfono de nuestra casa, y voilá una llamada más a España (que no le haría daño a nadie).

En ésa época las llamadas telefónicas eran carísimas, sobretodo a larga distancia. Siempre recordaré que en casa de mi abuela en Gochilandia había un solo teléfono en la cocina de aquellos viejos con la ruedita que había que girar para marcar los números. Por supuesto, la mejor solución en donde mi abuela era poner un candado para asegurarse de que nadie hiciera llamadas ni a Caracas. Eso convertía mis vacaciones en una isla de incomunicación en la cual no sabía nada de nadie por unos meses.

Cuando nos mudamos a Delhi todo se complicó. Una llamada desde la India a cualquier otro país era un proceso lento y enredado. Había que marcar unos números, colgar y esperar la llamada que te conectaba con Venezuela. Cuando uno lograba comunicarse, había un delay de sonido como de 15 segundos. Cuando decías ¿cómo están todos?, debías esperar una eternidad para escuchar ¿como están por allá?. Era un fastidio coordinar las conversaciones y nada tenía lógica. Está claro que hablamos muy pocas veces por teléfono con mi familia durante esa época. Nuestra manera de comunicación era limitada a un fax que intercambiábamos cada 3 meses con toda la información posible de lo nuevo que estaba ocurriendo en nuestras vidas. En ésa época mi papá era de las pocas personas que tenía e-mail aunque de nada le servía ya que más nadie de mi familia sabía qué era la Internet.

La llegada de la Internet a nuestras vidas fue revolucionando la manera de comunicarnos poco a poco. Ya estaba en Venezuela de nuevo cuando abrí mi primer Hotmail y comencé a utilizar el Chat de ICQ (se acuerdan de eso?). Mis tardes las pasaba ocupadas chateando y leyendo chistes en Taima.com (ni idea si todavía existe). Usaba Yahoo e Infosite para buscar información en la web, lo cual prefería antes de insertar el floppy de Encarta a mi computador. Aunque probablemente era más rápido el floppy ya que mientras el módem hacía la llamada que conectaba a la Internet pasaba una eternidad. De un momento a otro, sin darnos cuenta, la Internet se volvió todo, se convirtió en nuestro día a día. A Hotmail lo reemplazó Gmail, a Yahoo lo reemplazó Google y ICQ cambió por el MSN. Me da risa recordar que cuando me mudé a Miami a estudiar la Universidad, apenas podía comunicarme con mi novio en Caracas. Las llamadas me salían carísimas y no existía BB Messenger. En vez de skype usábamos un programa que se llamaba NetMeeting el cual era pésimo, pero hacía el efecto. Eso fue tan solo en el 2002, pero en términos de comunicación se siente como siglos.

Para mí lo que cambió todo fue Facebook, por lo que estoy de acuerdo con la revista Time de darle a Zuckerberg el título de Man of The Year (aunque se lo merecía como 2 años antes). Cuando empecé a usar Facebook era privado y solo para estudiantes universitarios dentro de Estados Unidos. Revolucionó todo. Se convirtió en una adicción y pasábamos el tiempo subiendo fotos y comentando en los muros de los demás. Debo admitir que cuando Facebook se convirtió público me molestó en un principio, pero jamás imaginé cuánto lograría para la comunicación. Poco a poco fui reencontrando amigos: de Caracas, de la India, de New Mexico, de preescolar y hasta de Madrid conseguí a Alberta. Fue increíble reconectarme con viejos amigos; jamás pensé que volvería a saber de ellos.


Cuchy recibiendo su iPad de regalo!

La comunicación ha cambiado nuestras vidas. Hoy en día tenemos infinitas posibilidades y medios para expresarnos y conectarnos. A veces me da miedo pensar qué podría venir ya que siento que hoy en día ya tenemos todo lo posible. Por eso me sorprende cuando descubro algún avance tecnológico que nos ayudar a comunicarnos aún más. No puedo creer cómo ha cambiado el mundo. Siempre pienso que si me sorprenden los cambios a mi en tan solo 26 años, mis abuelas no deben poder creer lo que ven con el avance de la tecnología. Cuando Cuchy, mi abuela maracucha, nació, hacía apenas 2 o 3 décadas que había llegado la electricidad a Venezuela. Hoy en día Cuchy tiene un iPad, y basta que subas una foto en Facebook para que ella la esté comentando. En palabras de Cuchy la maracucha: Vai pue’.

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