24 de mayo de 2010

A Time for Reading



Siempre me ha gustado leer y escribir. Quizás el mejor aspecto académico de los colegios americanos es inculcar y cultivar la lectura en los estudiantes. Esto logró un gran impacto en mi vida. Mi primer gran experiencia con la lectura comenzó a los 7 años en New Mexico. En ese momento yo hablaba muy poco inglés (por no decir que nada) y en el colegio le habían dicho a mis papás que quizás la mejor manera de que yo entendiera el idioma, sería poniéndome a leer constantemente. Por eso, semanas después, cuando les ofrecieron a mis papás una membresía en un club que por $100 al mes les enviaban una caja llena de libros para niños, no lo dudaron ni un segundo. Cada mes esperaba ansiosamente mi caja de libros nuevos. Era emocionante abrilos y conseguirlos como recién salidos de la imprenta con ese olor indudable de tinta sobre papel. Me enganché leyendo las historias de los hermanitos de The Bernstein Bears, las aventuras locas de la despistada Amelia Bedelia y, mi favorito, Morris Goes to School, que contaba la historia de un alze (Morris the moose) que empieza a ir al colegio. Años después le leería este libro a mis primitos creando voces para sus personajes y, por supuesto, traduciéndolo a un simple y entendible español. Cuando llegó el momento de mudarnos, quise, por supuesto, llevarme todos mis adorados libros. Mis papás me explicaron que eso sería difícil ya que para ese momento habían más de 100. Me pidieron entonces que escogiera los que más me gustaban para llevarlos. Todavía tengo esos libros guardados y confieso que me gusta ojearlos de vez en cuando.



Cuando nos mudamos a la India en los años de la terrible y temible aborrecencia creció mi interés en libros especialmente escritos para adolescentes. Me leí prácticamente todos los libros de Judy Blume hasta que llegué al libro que más me gustó de todos. A Time for Dancing de Davida Wills Hurwin fue un libro que leí incontables veces, siempre llorando en la última página a pesar de saber exactamente lo que iba a suceder. Sabía que no podía dejar ir ese preciado libro, por eso se convirtió en una de las pocas cosas que me he robado en mi vida. Todavía lo tengo guardado y me causa risa ver el sello de The American Embassy School MS/HS Library en su primera página.



Más adelante, al regresarnos a Caracas, mi pasión y amor por la lectura solo creció. Para el momento en el cual me cambié al colegio El Peñón, ya mi gusto por la lectura no dependía de que fuese una tarea, por lo cual seguí leyendo. Me causó gracia que alguno de los libros que nos mandaban a leer los profesores ya los había leído años anteriores como fue en el caso de El Dador (The Giver). Fue entonces cuando ocurrió algo que marcó mi vida. En esa época, mi papá compró la película Dead Poet’s Society sin imaginarse nunca que eso marcaría un paso entre la lectura y la escritura para mi. Creo que puedo decir (sin exagerar) que vi esa película más de 100 veces. Investigué cada uno de los poemas y escritores nombrados en ella hasta aprenderme sus historias completas. Fue ahí donde empecé a escribir.

Mi primera experiencia con la escritura se puede decir que fue interesante. Luego de ver Dead Poet’s lo que más me gustaba era escribir poemas. Escribí una decena, entré en la página web Poetry.com y registré mi favorito. Cual fue mi gran sorpresa y emoción cuando un mes después me enviaron un correo notificándome que mi poema había sido seleccionado para ser impreso en un libro de poesía, y que solo debía pagar una módica suma de $250 y me enviarían el libro. Por supuesto, yo no podía con la emoción y le rogué a mi papá que por favor tenía que pagarme el libro. Fue interesante, cuando meses después llegó a mi casa el libro en el cual mi poema había sido publicado. Era un libro de 250 páginas, con 15 poemas en cada una, escritos con la letra más chiquita para que entraran todos. Mi poema estaba en la página 99. Tremenda decepción y tremendo engaño. No era tan especial como creía. Sin embargo, esto no detuvo mis ganas y mi interés sobre la escritura por lo cual la seguí practicando esporádicamente lo que cual me llevó a este blog.


El poema que fue 'publicado' escrito a mano aquí por mí en 1999 (Hagan click para verlo más grande)

Los libros, la lectura y la escritura, han estado presentes durante toda mi vida. Siempre he pensado que leer alimenta el alma. No hay nada más sabroso que sentarse con un libro en una tarde lluviosa y sentir que uno es parte de la historia que uno está leyendo. Es difícil describir la tristeza que uno siente al terminar un libro y lo mucho que uno puede llegar a extrañar a sus personajes. Leer ayuda a dispersarse, relajarse y alejarse de tantas cosas que atormentan nuestras vidas. Nos hace sentir poderosos, observando desde lejos la vida de los personajes que se encuentran en cada mancha de tinta. En el fondo, leer nos ayuda a pensar y procesar nuestras vidas de una manera indirecta. Leer nos ayuda a vivir nuestras vidas más intensamente.


Uno de los poemas que más he disfrutado:

The Ballad of William Bloat by Raymond Calvert

In a mean abode on the Skankill Road
lived a man named William Bloat
He had a wife, the curse of his life
who continually got his goat.
So one day at dawn with her nightdress on
he cut her bloody throat.
With a razor gash he settled her hash
Oh never was crime so quick
But the drip drip drip on the pillowslip’
of her lifeblood made him sick.
And the pool of gore on the bedroom floor
grew clotted and cold and thick.

And yet he was glad he had done what he had
when she lay there stiff and still,
but a sudden awe of the angry law
struck his heart with and icy chill.
So to finish the fun so well begun
he resolved himself to kill.

He took the sheet from the wife’s coul’ feet
and twisted it into a rope
and he hanged himself from the pantry shelf,
‘twas an easy end, let’s hope.
In the face of death with his latest breath
he solemnly cursed the Pope.

But the strangest turn to the whole concern
is only just the beginning.
He went to Hell, but his wife got well
and she’s still alive and sinning.
For the razor blade was German made,
but the sheet was Belfast linen.



5 comentarios:

  1. Fabiiiii que lindo, me hizo recordar de cuando leiamos juntas Morris goes to school y cuando yo llore a mares con A time for dancing. La verdad es que leer es el mejor "vicio"

    ResponderEliminar
  2. Qué lindo este post, Fabi. A mí también me impresionó muchísimo "La sociedad de los poetas muertos". Mi hija ha leído todas las aventuras de Amelia Bedelia y los Berenstain Bears.
    Y es que sí, yo también creo que la lectura puede hacernos mejores; la literatura es una amiga fiel y sabia que pocas veces nos decepciona.
    Qué lindo encontrar una nueva generación de lectores, que profesen el amor que tu dejas traslucir en estas palabras.
    Un gran abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Me encantó este post, sin mencionar el recordar personajes entrañables de mi infancia como Amelia Bedelia y los Berstein Bear (vaya!)

    ResponderEliminar
  4. quisiera saber de que se trata este poema

    ResponderEliminar
  5. El que yo escribí se trata de que lo más difícil es tocar el corazón de alguien..
    el otro se trata de un hombre que decide matar a su esposa y después se suicida...y al final...la mato mal jaja ella queda viva..muy loco pero bueno! un abrazo!

    ResponderEliminar