8 de julio de 2011

Nucita


Nucita 100% Actitud

Hace unas semanas cumplió 4 años mi beagle Nucita. Han sido 4 años complicados y divertidos, llenos de mucho aprendizaje. En el momento en que compré a Nucita, ella tenía tan solo 1 mes. Desde el día en que llegó a mi casa me dí cuenta que tener un perro sería un dolor de cabeza. No tenía absolutamente ninguna experiencia con perros antes de mi loquita (Más sobre eso aquí). Nucita tenía en ese momento un problema fundamental que hacía todo más difícil: estaba endemoniada.


Nuestro primer día juntas

Era la perrita más cuchi que podría existir: un cuerpito chiquito, una carita de peluche y unos ojos que hacía al gato de Shrek verse como un bebé de pecho al lado de ella. Sin embargo, era extremadamente brava y no había forma de tocarla sin que te destrozara los dedos y te tratara de asesinar. Los primeros días pensé que eventualmente se le pasaría, y que tenía que tener paciencia. Estaba decidida a que no iba a pegarle porque no quería hacerle ningún tipo de daño. Me aconsejaron regañarla dándole con un periódico. Le va a dar pánico: me dijeron. Pánico me dió a mi cuando me arrancó el rollo y lo destrozo en segundos. Llegué a pensar que me iba a seguir con el periódico en la boca y me iba a dar la paliza ella a mi. Estuve a punto de llamar al criador de beagles que me la vendió para devolverla cuando la vió el veterinario y con un NO fuerte y una palmada en el hocico se quedó tranquila. En ese momento se me olvidó por completo eso de no querer pegarle y empecé a aplicarlo (aclaro que tampoco es que le hacía daño grave, pero tenía que defenderme ante el demonio de Tazmania que tenía en mi casa).

Lo que más me ayudó a calmar a la fiera fue contratar a un entrenador. No es que con eso dejó de ser brava del todo, pero por lo menos aprendió disciplina. Cuando investigué cual raza comprar, en ningún lado leí nada sobre la tremendura de los beagles. No había pasado 2 días de tenerla en mi casa cuando todo el mundo decidió advertirme que los beagles son súper tremendos y tercos. ¿En serio? ¿No podían decírmelo 3 días antes? La realidad es que ese primer año de un beagle (o de Nucita en particular) no es nada fácil. Calmar sus ataques de violencia eventualmente se hizo fácil, pero detener su ansiedad fue otra historia. En esa época mi sobrenombre para Nucita variaba entre perra endemoniada y Nucita Araña dependiendo del día. Si vieron la película de los Simpsons y se rieron de puerco araña comprenderán por qué le puse ese nombre. Al igual que el cochinito, un día llegué a mi casa y conseguí las paredes del pasillo completamente llenas de los dos lados de huellas de Nucita cubiertas en pupú. Awww que cuchi. Casi la asesino.


Nucita y yo
Con el tiempo su actitud fue mejorando. Hoy en día es como si tuviese otro perro en mi casa. Ya es madura, se queda tranquila cuando está sola (bueno, relativamente), no hace desastres mayores y no peleamos tanto. Tiene sus momentos en que quiere dominarme y me toca hacer del perro alfa y asegurarme que ella entienda quien es la dueña de la casa. Pero ahora se porta muy bien y es raro el momento en que se ponga brava conmigo. Cuando lo hace, jamás me hace daño como solía hacerlo. La verdad es que Nucita se ha convertido en mi gran compañera. Me impresiona como se dan cuenta cuando uno está triste y automáticamente se vuelven más cariñosos. Nucita tiene la particularidad de que si no está completamente pegada al cuerpo de uno, ella siente que está lejos. Hay días en que estoy trabajando y se sienta literalmente sobre mis pies. A medida que los voy arrimando para no tenerla encima, ella se va rodando cada vez más. Me da risa verla casi arrastrarse porque mi pie se alejó 1cm de su cuerpo y no puede vivir así.


Si en 4 años uno logra una comunicación clarísima con un perro, no me imagino como será cuando ella tenga 10. Cuando Nucita tiene sed hace todo lo posible para que le sirva agua: primero mueve su plato por toda la cocina, luego va a mi mesita de noche donde siempre tengo un vaso con agua. Mira al vaso, me mira a mi, mira el vaso, me mira a mi. Y repite cada una de estas actividades hasta que me pare de la cama y le sirva agua. Le falta decirme coño, deja la flojera y sírveme agua, ¿sí? Yo le hablo y estoy absolutamente convencida de que Nucita entiende cada una de las cosas que yo le digo. Ella y yo entablamos conversaciones todo el tiempo y ella me dice cosas como que quiere jugar en la calle pero entiende que es peligroso y, está bien, se va a ir a la grama.

Esos primeros años con Nucita no fueron nada fácil. Pero el cariño y el amor que puede brindarme todos los días hacen que el sacrificio de ese tiempo de inmadurez hayan valido la pena. Hoy agradezco tenerla en mi vida. Los días en que no está en mi casa se siente todo callado y triste, y eso que ella casi nunca ladra y pasa todo el día durmiendo. Es sabroso tener a una perrita que se enrolla y se pega al cuerpo de uno exactamente en el momento en que uno tiene más frío. Una Nucita con la que hay que compartir las cotufas por el simple hecho de que da risa verla masticarlas de lado. Una amiga que se queda esperando en la puerta hasta que uno regrese a casa. Una loquita que le alegra el día a cualquiera.

Más fotos de Nucita aquí

3 comentarios:

  1. que tremenda pero bella es Nucita!!

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  2. que linda perra y que historia tan bonita la que cuentas, se siente al leerla que la adoras.

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  3. Ah! Yo tengo un gatito que le da besos a mi perrita! Y ella se enoja. Oxo

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