20 de mayo de 2011

Contravía: De por qué me regresé a Venezuela



Hace 4 años regresé a Venezuela. Había vivido gran parte de mi vida fuera de mi país y ya estaba acostumbrada a ser una extranjera más; adaptándome a otras costumbres y ciudades. Sin embargo, luego de haberme graduado de la universidad y de trabajar durante 1 año en Miami, decidí que ya era la hora de regresar.

En el momento (y creo que todavía), todos me veían con cara de loca, y me preguntaban si yo tenía idea de lo que estaba haciendo. En más de una oportunidad, me echaron broma diciéndome que iba en contravía, y que lo peor que podía hacer era regresar a Venezuela en la loca situación del país. Pero yo estaba segura; hacía mucho tiempo que había tomado la decisión de volver a mi caótica Venezuela.

Obviamente no voy a mentir diciendo que E no tuvo un gran peso sobre mi decisión. Teníamos en ése momento 6 años juntos, prácticamente todos de los cuáles habían sido a distancia; sufriendo y llorando en cada despedida. Por supuesto que ya quería poder vivir en la misma ciudad que E y compartir de la misma manera en que las parejas normales viven día a día. Claramente él tuvo un gran peso sobre mi decisión, porque el corazon me decía que ya era hora de estar juntos de verdad (y algo de razón tenía, porque aquí seguimos después de todo este tiempo). Pero mi decisión de volver la había hecho antes de saber que me iba a enamorar de él.

"El Plan" era que estudiaría la universidad en Venezuela, pero las circunstancias cambiaron mi camino, y terminé estudiando en Miami. Me había criado pensando que iba a estudiar la universidad en Caracas, y que después de tantos viajes llegaría la calma de establecerme, hacer mis amigos, mis costumbres y mi vida. Quizás fue por eso que sabía cuando me fui que sería algo temporal y que algún día regresaría. Soy y siempre he sido una persona muy determinada, y cuando tomo una decisión, nadie me puede detener. Decidí regresar, hacer una vida acá y crearme de esa manera mi propio futuro. Siempre había querido ser dueña de mi vida, teniendo un negocio propio para algún día tener la libertad de hacer una familia sin deberle nada a nadie. Sabía que eso era algo que podría hacer en Venezuela con trabajo y esfuerzo. Poco a poco lo he logrado, y sé que si me hubiese quedado en los Estados Unidos, quizás lo hubiese podido hacer, pero hubiese sido mucho más difícil.

La verdad es que la razón por la cual decidí regresar a Venezuela era más profunda. El ‘problema’ es que yo amo a mi país. No voy a decir que es el mejor país del mundo, porque cada país tiene sus defectos y cualidades; trivialidades que los hace únicos para su gente. Pero para mí es un país maravilloso lleno de un encanto y una alegría mágica. Pero lo más importante es que es mío. Este es el lugar de donde yo soy. A pesar de haber estado en el otro lado del mundo, de haber hablado otro idioma, y de estar rodeada de costumbres diferentes, mi esencia siempre ha sido Venezuela. Quizás tiene que ver con el hecho de que pasé mi niñez viajando por el mundo y en el fondo tenía la necesidad de echar raices en algún lugar.

Decidí regresar a Venezuela, en contra de todos, en contravía y contracorriente porque aún tenía mucho por aprender y conocer de mi país. No había tenido la oportunidad de conocer cada huequito de Caracas, de hablar con su gente, de bajar a la Guaira un fin de semana de mayo, de ver el Roraima de cerca, de comerme un sándwich de pernil en Galipán. Aún no había visto el Salto Ángel, ni había escuchado todos los chistes de Jaimito (o de su sucesora, Alicia Machado), ni mucho menos había visto a los Leones quedar campeones en el estadio. No había criticado lo suficiente al gobierno de turno, ni me había comido casi tequeños mientras bailaba escuchando a Tártara en el fondo. Me hacía falta reirme viendo la Orquídea, y de conversar con algún extraño en una de esas colas eternas que siempre hay en algún ente público. Habían mil idiosincracias que no había visto ni conocía, y mi corazón me pedía que no podía dejar pasar mi vida sin verlas de cerca, sin sentirlas y vivirlas de verdad. Había visto muchas cosas de Venezuela, pero no era suficiente, necesitaba mucho más. Quería sentir que un lugar era mío, y ser de un lugar de verdad.

No me arrepiento de haberme venido, si algo doy gracias a Dios de haberme dado la oportunidad de poder disfrutar a mi país y mi gente. Yo sé que hay mucho (muchísimo) que tenemos que mejorar, pero estoy convencida de que es un reto que podemos cumplir si comenzamos por nosotros mismos. A pesar de tantas cosas malas, sé que lo podemos hacer. Por supuesto, tengo los ojos abiertos y no estoy ciega ante lo que pasa día a día en el país. Sé que hay cosas que salen de nuestras manos y si llega el momento, tomaré la decisión que no he querido tomar hasta ahora. Si siento que mi futuro se ve realmente comprometido, haré lo que tenga que hacer por mi. Pero antes pienso luchar hasta el último momento posible porque veo el potencial que hay aquí y porque sé lo feliz que puedo ser en mi país, mi casa, mi Venezuela.

Aquí les dejo un comentario adicional de cómo es esa Venezuela Que Yo Quiero y que sé que podemos lograr si empezamos por nosotros mismos.

8 comentarios:

  1. Fabi que belleza me encanto!! esperemos tener esa venezuela que tanto queremos!!

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  2. Nada mejor que volver a nuestra tierra natal, a nuestro seres queridos y nuestras raíces, a pesar de los contrarios vientos que, a Dios gracias, pronto empezaran a cambiar para mejor.
    Bacano blog.

    Un abracito desde Lima-Perú :)

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  3. es así, uno debe empezar el cambio para empezar a ver el cambio, esperando q la conducta se multiplique ;)

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  4. Bienvenida tu y tus hermosas piernas.

    La calidad humana y buena vibra que se desprenden de tus post me han llenado de felicidad y paz.

    Espero que este monstruo-ciudad no golpee ese admirable sentimiento de querer estar en tu tierra.

    Mucho exito.

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  5. Fabi me encantan tu blog!!! siempre recordando mi epoca en venezuela, la mejor epoca de mi vida!!! siento lo mismo al querer regresar algun dia a mi bella colombia!!! saludos desde London town! un abrazo! xxx vivi

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  6. Fabiana, es probable que este de acuerdo con las personas que te dijeron que si volvias a Venezuela ibas en contravia, sin embargo en el fondo yo no me he ido de Venezuela por algo bastante parecido, la gente aqui no tiene comparacion, realmente es gente muy calida y lo comparten todo, son como esa gente muy pobre que solo tenian una vaca y compartieron con el maestro y su discipulo que llegaban del desierto lo poco que tenian, (el cuento de la vaca)tal vez por eso mismo hemos tenido esa raza de politicos dirigiendo el pais. El pais va a cambiar, su gente va a cambiar, el potencial existe, ya aparecera quien sepa dirigir toda esa energia.
    Cuando sueño e imagino como podria ser este pais veo que tenemos un paraiso, aunque este mal administrado.
    Hace falta aqui gente como tu, todos los que estamos aqui podemos aportar algo, y poco a poco ira cambiando, la gente debe dejar de ser inocente y empezar a exigir que las cosas cambien, por ello es que tus vivencias en otros paises son oro aqui. En todo caso creo que todo lo dicho no viene al caso, deberia decir, muy lindo todo lo que escribiste, leerlo me recargo de animos para seguir aqui, sabiendo que no estoy solo.
    Un abrazo....
    Hugo Randon

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  7. Qué conmovedor! Se me aguaron los ojos. Es que mi país es único, está lleno e tantas cosas lindas; lo malo es que siempre no fijamos es en lo malo, pero por qué no agarramos un día y nos vamos a un pueblo de los andes, al santo ángel o al llano, para que veamos la Venezuela de verdad, limpia, pura, sin elincuencia y con una gente hermosa...

    Saludos.

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  8. Pregunta: ¿Todavía sigues allí?

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